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UN TOQUE DE AZUFRE Image Hosted by ImageShack.us

Cine

Castillos de papel

Aquellos que todavía no habéis tenido la suerte de ver "Howl's Moving Castle" de Hayao Miyazaki (un momento, que voy a mirar su título japonés y "copypastearlo": "Hauru no Ugoku Shiro"; ¡toma ya! Queda "snob", ¿eh?) podéis comeros las uñas de impaciencia mientras le echáis un ojo a...

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... esta maqueta de papel del castillo en el que transcurre la historia.

Cuerpos, cuerpecitos, cuerpazos... everywhere

Cuerpos, cuerpecitos, cuerpazos... everywhere Bright Light Film Journal es un revistón de cine "on line" para mear y no echar gota, lo que se dice la pera. Un nivel de textos estratosférico, una selección de temas intachable, un punto de vista crítico siempre afilado y, cómo no, esa versatilidad analítica, esa capacidad todoterreno que tanto echa uno en falta en gran parte de los textos sobre cine escritos en castellano, ya sea en la Red o en papel. Es decir, lo que hace unos años llamábamos una publicación "con actitud".

Y es que destilan tal inteligencia sus artículos que da gusto leerlos hasta cuando no estés demasiado de acuerdo (en mi caso, sin ir más lejos, en el reciente sopapo que le han metido a Closer).

No obstante, lo que ha motivado mi mención a Brigh Light era que quería llevaros hacia este interesante artículo, aparecido hace meses, donde se establecen unos acertados paralelismos estéticos y conceptuales entre la obra de Leni Riefenstahl y los magistrales y sensualmente amnióticos títulos de crédito creados por (sobre todo) Maurice Binder para la serie fílmica de James Bond.

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Y a quien se le haya despertado el gusanillo por saber más sobre dichas secuencias de apertura, algunas ya legendarias, le recomiendo pasarse por aquí, y dejarse arrullar por la tersa ampulosidad característica de los trabajos de Robert Brownjohn, Binder y el "heredero" Daniel Kleinman. Hala pues.

El otro conejo de la suerte

El otro conejo de la suerte Apenas un puñado de fanáticos de la animación primitiva recuerda hoy en día quien fue Oswald the Lucky Rabbit. Consultando cualquier enciclopedia de la animación (alguno de mis amigos tiene aún en su poder el libro de Maltin; por Dios, que se identifique y me lo devuelva de una vez) se aprende que este conejillo fue el personaje que sirvió a Walt Disney y a su explotado "amigo" Ub Iwerks para sentar las bases estéticas y humorísticas sobre las que poco después plantarían los pilares de su posteriormente exitoso Mickey Mouse. Concebido en principio para ser un apresurado (y clónico) sustituto del que había sido concebido como personaje estrella de la emergente compañía de Disney, cuando Universal rompió con él, arramplando con los derechos de Oswald y llevándose a todos sus empleados (excepto al leal Iwerks), Mickey no tardó en obtener muchísima más aceptación que su predecesor. Es decir, el sucedaneo derrotó al original, siendo el primero, de los muchos casos que vendrían años después, en que el espabilado Walt rió el último en la agitada industria de los dibujos animados del pasado siglo.

A partir de 1928, Oswald, ya en poder de la Universal, y el recién nacido Mickey (que al principio se llamó Mortimer), coexistieron en el seminal mercado de la exhibición fílmica. En primer lugar, Universal puso al conejo en manos de Charles Mintz, quien apenas un año después era expulsado, encontrando a continuación un nuevo hogar en Columbia, donde se responsabilizaría de los primeros (y maravillosos) cortos sonoros del Krazy Kat de Herriman. Walter Lantz, quien años después triunfaría con su Woody Woodpecker ("el pájaro loco", para nosotros los hispanohablantes) ocupó el lugar de Mintz, a las riendas de las cada vez menos exitosas aventuras de Oswald.

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Entre 1928 y 1929, se produjeron 26 cortometrajes protagonizados por el conejo, que con el paso del tiempo han terminado por constituir un capítulo más bien ignoto en la historia del arte animado (ni siquiera Maltin los documentó en su "Of Mice and Magic). Son "cartoons", a caballo entre las etapas producidas por Disney y Lantz, olvidados en toda regla, pese a que en su fabricación participasen talentos de la talla de Rudolph Ising o el legendario Friz Freeleng, futuro pilar de los "Looney Tunes" de la Warner (donde, por cierto, también parasitarían algunos hallazgos de Oswald para su, por entonces estelar, Bosko).

Muchos más detalles de la historia de Oswald the Lucky Rabbit podréis hallarlos aquí, una sabrosa base de datos confeccionada por los especialistas David Gerstein and Pietro Shakarian, en el seno del imprescindible Cartoon Research. Una cita obligada para todos aquellos que sentimos una irresistible atracción por la monocromática animación de las cavernas."

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For nearly five years, acclaimed German filmmaker Werner Herzog desperately tried to complete the most ambitious and difficult film of his career—Fitzcarraldo, the story of one man’s attempt to build an opera house deep in the Amazon jungle. Documentary filmmaker Les Blank captured the unfolding of this production, made all the more perilous by Herzog’s determination to shoot the most daunting scenes without models or special effects, including a sequence requiring hundreds of natives to pull a full-sized, 320-ton steamship over a small mountain. The result is an extraordinary document of the filmmaking process and a unique look into the single-minded passion of one of cinema’s most fearless directors.

http://www.criterionco.com/asp/coming_soon.asp

Este muerto está muy vivo

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El mes pasado escribí esta crítica para la revista "Fotogramas":

REENCARNACIÓN

por Antonio Trashorras

Dirección: Jonathan Glazer. Intérpretes: Nicole Kidman, Danny Huston, Cameron Bright, Lauren Bacall. Guión: Jean Claude Carriere, Milo Addica y Jonathan Glazer. Fotografía: Harris Savides. Musica: Alesandre Desplat. Título original: Birth. Nacionalidad: USA, 2004.

Quien vea esta película atraído por los datos más obvios de su lanzamiento (ultratécnico “gurú” de la publicidad + diva hollywoodense + género así como fantástico-terrorífico...) seguramente se quede atónito ante el extraño resultado obtenido con dichos ingredientes. No obstante, los cinéfilos que reparen en el nombre de Jean Claude Carriere como guionista quizá afronten más preparados lo que, en realidad, no es sino un ejercicio de clonación del estilo distanciado, por momentos semiautista y poco menos que abstracto, de cierto cine europeo de hace unas tres décadas, frecuentemente asociado a la propia filmografía del ex colaborador literario de Buñuel.

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Y es que este segundo largo del director de la juguetona "Sexy Beast" y de algunas de las piezas cortas más impactantes de la última década, encaja como un guante dentro de la obra de Carriere, plagada de obsesiones como el deterioro de la cotidianeidad por culpa de sucesos nimios, los secretos conyugales, “lo fantástico” como mirada y no cómo armazón dramático, etc. Mezcla de “psycho-thriller” sensorialmente gélido y atormentado drama verbalizado en susurros, Reencarnación demuestra hasta que punto el guionista cuenta con un discurso autoral, al tiempo que el virtuoso Glazer hace gala de una encomiable lucidez sometiendo su puesta en escena, por la vía del minimalismo elegante, al turbio juego de simbologías y metáforas propuesto por Carriere.

PARA ESPECTADORES SOFISTICADOS.

LO MEJOR: Su logrado clima de estupor, y una Kidman tras la afrancesada estela de Deneuve, Seberg, Anna Karina, etc.

LO PEOR: Lo cerebral de la propuesta.

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(Sí, de nuevo cedí a la tentación de incluir más imágenes de las necesarias, pero... ¿cómo resistirme a la incomprensible belleza de esta nueva y subyugante Nicole resultado de tan exitosa reconstrucción integral?)

¿Hizo John Ford una peli de ciencia-ficción?

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¡Pues sí! Aunque hemos tardado años en enterarnos, ahora resulta que el "western" "Río Grande" era más un precedente de "Encuentros en la tercera fase" que de "Aquí llega Condemor (el Pecador de la Pradera)". No me he tomado nada tóxico, tranquilos... Es que resulta que con motivo de la restauración de la película de John Ford alguien se ha dado cuenta de que en una escenita más bien anodina entre "el Duque" y Maureen O'Hara, allá al fondo, fondo... en el cielo nocturno (real, ya que la escena se rodó en exteriores de Arizona), se pueden apreciar claramente (o así) las evoluciones de un... esto, OVNI.

Los detalles, más o menos convincentes, los podéis encontrar aquí, y los videos (en WMV) aquí y aquí. Qué tío, este Ford... y que, pese al tiempo transcurrido, sus pelis no dejen de sorprendernos... Por cierto, ¿y Garci qué opinará de este hallazgo?

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En fin, a la espera quedamos del descubrimiento del Yeti en un fotograma fugaz de "Las nieves del Kilimanjaro" o del espectro del Che en una escena descartada de "Fresa y chocolate".

Escuchad lo que se me acaba de ocurrir...

"Improv Everywhere" es el nombre de un grupo de activistas neoyorquinos cuya filosofía no es otra que la de propagar el "caos blando" y el cachondeo en lugares públicos mediante la ejecución de acciones absurdas, bromacas chocantes y actos descontextualizados. Estos creadores de lo que podríamos definir como "diversión entrópica" elaboran cuidadosamente cada proyecto para luego documentar al detalle su ejecución y colgarlo en su página web. Según Charlie Todd, fundador de dicho colectivo, "Improv Everywhere" pretende, en último término, generar sonrisas en lugares habitualmente dominados por el aburrimiento y, a ser posible, proporcionar a los transeuntes recuerdos insólitos que puedan contar durante el resto de sus vidas. Con más de 40 "misiones" ya ejecutadas y unos 100 agentes camuflados pergeñando continuamente nuevas bromas, "Improv Everywhere" se distingue de otros grupos similares, propagadores del desorden, en que en su ideario prima sobre todo el humor blanco, no recurriendo en absoluto a la humillación o el bochorno colectivo como forma de hacer funcionar sus farsas.

Sí, ya sé que la cosa no deja de tener un cierto tufillo "tuno", pero...

A ver si nos vamos aclarando

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Pocas cosas me molestan más que llegar a una casa donde el anfitrión goza de un televisor tamaño cancha de baloncesto y cuando te planta un DVD ("Matrix" o "El señor de los anillos" suelen ser los más socorridos) para fardar de visionado de lujo en su megapantallazo rectangular... va el muy cenutrio y ajusta mal el formato, sin tener en cuenta el ratio visual de esa peli en concreto, tratando, eso sí, en plan paleto, de que la imagen llene toda la superficie. "Si la pantalla es grande, ¡pues habrá que aprovecharla!", piensan semejantes pazguatos. "Pero, alma de cántaro", les digo yo, "¿no ves que te estás cargando todo el trabajo de encuadre de ese pobre cineasta y de ese esforzado operador que se han molestado en componer un plano lo más equilibrado y armónico posible?". Me miran como si estuviera mochales, claro. Eso que tanto me ofende, a ellos no ya es que se la sude, sino que por mucho que se esforzasen jamás llegarían a apreciar realmente el valor de un plano bien compuesto, con sus masas distribuidas de forma perfecta, su aire justo a la derecha, izquierda, arriba y abajo... en fin, esas cosas.

A mí los encuadres me obsesionan, lo reconozco. Es uno de los aspectos en que más fijo al ver una película. Permanecen en mi memoria con más claridad incluso que los movimientos de cámara pluscuamperfectos o las iluminaciones virgueras. Reconozco fácilmente a los directores que me encantan por sus "tics" a la hora de situar la cámara y ordenar la información dentro del plano, y, por ello, cuando veo la obra de uno de ellos destrozada por una emisión televisiva en formato obligatoriamente cuadrado, o mutilada horizontalmente por algún mameluco empeñado en llenar su pantalla 16:9... ¡me hierven las entrañas!

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Es por ello que esta página me parece que debería ser de obligada lectura para todo aquel que se compre un pantallón de esos, y ni siquiera se haya planteado que cada película tiene un formato, que los bordes del plano cumplen una función expresiva y que alterar esos márgenes significa algo así como ver la "Maja Desnuda" cortándola a la altura del pubis (qué ejemplos me vienen a la mente, siempre pensando en lo único, jo).

En fin, eso... empollaos los formatos, aprended a reconocerlos, y mirad todas las veces que haga falta la obra de artistas como Leone, alguien que, os lo aseguro, cada vez que se visiona una obra suya en 4:3 golpea con su cabeza la tapa del ataud tratando de salir de allí para evitar semejante desaguisado. Porfa, no defequéis sobre el legado de nuestros maestros. Sed buenos.

Vino, Vidi, Vincis

Vino, Vidi, Vincis Esta es la versión íntegra de la crítica de "Entre copas" que aparece este mes en "Fotogramas". La entregué algo más larga de lo que ha salido publicada. Cosas de la compaginación...

ENTRE COPAS

por Antonio Trashorras

Dirección: Alexander Payne. Intérpretes: Paul Giamatti, Thomas Hayden Church, Virginia Madsen, Sandra Oh. Guión: Alexander Payne y Jim Taylor, basado en la novela de Rex Pickett. Fotografía: Phedon Papamichael. Música: Rolfe Kent. Título original: Sideways. Nacionalidad: USA, 2004. Duración: Género: Comedia dramática.

Mientras el cadáver de la cinefilia europea se pudre en una esquina sin que le importe un bledo a casi nadie, y los viejos filmotequeros malviven atrincherados en la nostalgia, de Estados Unidos llegan algunas de las voces más interesantes del celuloide actual. No es, claro, de Hollywood de donde proceden esas “nuevas miradas”, sino más bien del mundillo (llamémosle así) “sabiondillo” o “gafapasta”. Dentro de ese grupo donde también resoplan cineastas como David O. Russell o los dos Anderson (Wes y Paul Thomas), parece seguro que Alexander Payne será quien antes alcance categoría de clásico. Y es que a diferencia del otro (para mí) talentazo de esta camada, Wes Anderson, genialoide kamikaze de la estilización con mensaje y el humor anticlimático, Payne trabaja desde una cercanía emocional hacia sus personajes y una textura tonal cercana al “mainstream” más digerible (y descodificable) por el público mayoritario.

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Humanista desencantado, aunque de menguante ferocidad, con esta su última miniatura agridulce Payne confirma su tendencia a la fábula con guinda catártica que, pese a su aparente heterodoxia, no deja de buscar la complicidad del respetable. Suerte de volcado en pantalla de los mundos literarios de John Cheever o Richard Yates, tamizados por Cassavettes (algo de Husbands se aprecia en este filme), pero primando una voluntad expositiva más ortodoxa y amable, casi digna de Preston Sturges o incluso Capra, Sideways presenta algún que otro momento donde, por vez primera en la filmografía de su autor, se roza (con perdón) lo sentimental. No obstante, es ahí donde el largometraje se erige a la postre en un instrumento perfecto tanto para la emoción como para la reflexión, posibilitando esa empatía popular que, a diferencia de los chistes vegetales y postmodernos del director de Los Tenenbaums, terminará por asfaltar el camino de Payne hacia el reconocimiento masivo.

LO MEJOR: Una de las escenas entre Paul Giamatti y Virginia Madsen, toda una cima de la emotividad.

LO PEOR: Algún que otro lugar común de la crisis de mediana edad.

Scorsese iba a usar este cartel pero se rajó

Scorsese iba a usar este cartel pero se rajó Mi amigo Juan, un genio del humor, me envía esta bromilla gráfica salida de su fértil cerebro.

Después de reirme a gujto, me ha dado por pensar cuál es margen temporal capaz de convertir una tan negra como certera ocurrencia de este tipo en algo soportable por las sensibilidades más delicadas (no es mi caso, claro; aunque a saber cómo habría reaccionado el 12-S al recibir un chiste así). ¿Hace falta olvidar los muertes, las imágenes espeluznantes y las consecuencias trágicas para apreciar un buen "gag" o te puedes sorprender riendo con un chiste macabro teniendo los cadáveres calentitos en los informativos de ese mismo día? ¿La línea entre la hijoputez y el humor negro es una mera cuestión de meses, años...?

No sé porqué pero me acaban de entrar ganas de releer aquel legendario "Hitler SS" del dibujante Vuillemin. ¿Lo recordáis?

En fin, cosas que uno piensa mientras descansa la cabeza, después de tanto triquitraque.

Metal Machine Music

Metal Machine Music De La Nación vía Axxon.

28/Ene/05

LOS ESTADOS UNIDOS ENVIARÁN ROBOTS SOLDADOS A IRAK

El Pentágono tiene una nueva arma para enfrentar la sangrienta guerra en Irak, que ya dejó más de 1300 soldados norteamericanos muertos: el primer escuadrón de robots armados. Después de varias pruebas, el ejército norteamericano ordenó el desplazamiento de 18 de estos vehículos robotizados, operados a control remoto, equipados con ametralladoras, ruedas todoterreno, cámaras con zoom y binoculares con visión nocturna, lo cual les permite ser utilizados tanto de día como de noche y bajo cualquier condición climática.

Cuando empiecen a ser usados, en unos dos o tres meses, se convertirán en los primeros robots de este tipo en entrar en combate dentro de una larga lista de proyectos tecnológicos que las fuerzas armadas de Estados Unidos están desarrollando para librar las batallas del futuro con ejércitos mixtos de soldados y máquinas guerreras. "Este es el inicio de una transformación profunda en nuestras fuerzas armadas —dijo orgulloso a La Nación, Anthony Sebasto, director asociado del Centro de Ingeniería de Armamento y Tecnología del ejército, en Nueva Jersey—. No se trata de crear robots autómatas que reemplacen a nuestros soldados, sino de complementos para aumentar la eficacia y el nivel de supervivencia de nuestras tropas en el terreno."

Conocidos ya como Swords (acrónimo en inglés para los Sistemas de Armas Especiales para la Observación, Reconocimiento y Detección), los robots armados son, en realidad, una adaptación de los Talon, las conocidas máquinas para desactivar bombas que el Pentágono utiliza desde el año 2000 en Afganistán e Irak. Pero en este caso, en lugar de un brazo mecánico, a los Swords ("espadas", en inglés) se les montaron ametralladoras M240 y M249, cuatro cámaras y un par de binoculares nocturnos, que les permiten ser utilizados en la oscuridad.

"La idea vino de los propios soldados que estaban en Afganistán y debían inspeccionar cuevas sin saber qué podrían encontrar adentro", comentó a La Nación Bob Quinn, gerente de la compañía Foster-Miller, creadora del Talon, y que trabajó junto con el ejército para diseñar este nuevo robot armado. En comparación con los soldados humanos, estos robots tienen mucha mejor puntería, ya que disparan desde una plataforma estable y utilizan una mira electrónica. "Así se elimina la mayoría de los errores de disparo que tienen los soldados", indicó Sebasto, y añadió que los robots son capaces, además, de atravesar obstáculos como piedras, arena, aguas no profundas y hasta fuego.

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Por ahora, los Swords, que funcionan con una batería de litio que les brinda una autonomía de cuatro horas, pueden operar a una distancia máxima de 800 metros de la persona que los comanda por control remoto, aunque se espera aumentar pronto el radio de acción. Asimismo, se está trabajando para alivianar la consola de control, que pesa 15 kilos, y reemplazar la pantalla y las manijas con las que actualmente funciona por una suerte de equipo de realidad virtual, con un joystick, al estilo de los juegos electrónicos, provisto de anteojeras con visores.

Como buena parte de la tecnología aplicada ya se había desarrollado, el precio de los Swords es bastante razonable para este tipo de arma: unos 200.000 dólares. La empresa Foster-Miller, sin embargo, piensa reducir aún más su costo. "Estamos dando un servicio muy grande a nuestros hombres y mujeres de uniforme al brindarles mayor protección", subrayó con tono patriótico Quinn, y agregó que desde que los robots fueron presentados, el último fin de semana, ha recibido numerosos e-mails de agradecimiento de familiares de soldados destacados en Irak. "Me decían que para los marines esta invención representa un traje invisible que les permitirá moverse con mayor seguridad en terreno enemigo", apuntó.

Lo más probable es que en un futuro cercano los Swords se vuelvan todavía más mortales para el enemigo. Otro arsenal de armas letales ya ha sido probado y está a la espera de la aprobación final del Pentágono. "Sabemos que podemos contar con los Swords para montar sobre ellos lanzagranadas, cohetes y bombas incendiarias, y también armas de precisión como las que usan los francotiradores", dijo Sebasto. Más allá de los avances que significa este nuevo robot, su uso presenta varios nuevos riesgos.

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¿Qué garantiza que una de estas máquinas no se vuelva "loca" y empiece a disparar indiscriminadamente? ¿Qué sucedería si cae en manos enemigas? Sebasto reconoció que aún se está trabajando en varias funciones de seguridad para evitar que el arma que el robot lleva pueda ser disparada por error. Para empezar, si en algún momento el aparato pierde comunicación con su operador, se apaga y se mantiene en modo "seguro", sin disparar. "Es importante resaltar que los Swords nunca se pondrán en funcionamiento solos; siempre tiene que haber un soldado a cierta distancia para operarlos. No se convertirán en asesinos autómatas -dijo el funcionario del Centro de Ingeniería de Armamento y Tecnología del ejército-. Eso sí, si cae en manos enemigas, los riesgos de que el fusil sea utilizado en contra nuestra siguen siendo los mismos que con cualquier otra arma."

Los Swords son sólo uno de los tantos proyectos tecnológicos en los que el Pentágono trabaja para robotizar el campo de batalla. Junto con la compañía Applied Perception, se está desarrollando una ambulancia robot, llamada por ahora Vehículo de Extracción Robotizado, para sacar de la zona de combate a soldados heridos. Además, con la corporación Lockheed Martin se está trabajando en vehículos de combate de alta velocidad, mientras que la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada del Departamento de Defensa (Darpa) ya tiene prototipos de aviones bombarderos, tanques no tripulados y minas inteligentes que se desplazan por el campo de batalla.

¿"Western" con ovni?

At first, this looked a lot like a sound stage shot, as there are not many old black and white films that have convincing day-for-night scenes and few directors worth their salt ever attempted real night shooting. But it appears this footage from "Rio Grande" (John Ford/1950) is indeed in the great outdoors. Roland writes, "On the DVD I have there is a documentary called the making of RIO GRANDE and it says the film was shot entirely on location in Moabe, Utah."

'Rio Grande' just happened to be aired on American Movie Channel this afternoon and I caught it, and only spotted one or two "set" shots (one was the use of a film backdrop as a covered wagon in the foreground is speeding along -- such a shot would require some kind of a studio trick) that were likely tossed in post-production. The vast majority of night shots were expertly done day-for-night (where special darkening lenses are used during daylight shooting to imitate night). Later in color productions they would use a blue filter to achieve the same "fake night" effect. So if this is a true night shot, it's remarkably well done for its time and whatever is flying around those mountains is very brightly illuminated and making maneuvers no plan or jet could pull off, even today. It's also rather large, whatever it is. If the shot is day-for-night, we're still talking about a very large, very bright or highly reflective object. Either way, its a UFO.

In the clip provided, you'll see the UFO, which appears to be disc shaped, suddenly appear to the left of the Duke's head and brightly travel left to just behind a tree in the foreground. It then seems to bobble, lose illumination, and reappear streaking rapidly across the sky above the mountain range, leaving a tracer. Then it's not clear if the same UFO or several UFO start an up and down dance in the same general area, crossing from the sky to the area just at the top of the mountain, one swooping down very quickly.

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Termina... ted

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Mirad al otrora dios de los gimnasios convertido hoy en un acordeón con piernas, en un esclerótico "souffle" de carne víctima del paso de los años y el peso de la gravedad (o al revés). Y contemplando esta instantánea voy yo y me preguntó: ¿por qué será que me causan tantas cosquillitas de placer las historias de decadencia, caída y/o degradación de todo el (o la) que un día fue estrella? La verdad es que sí que tenía razón el pollo (dicho sea con cariño) que en un comentario de por ahí abajo señalaba que suelo ser más bien cabroncete con las miserias de los ricos y famosos. ¿Será una explicación muy simplona atribuir este sadismo contra el triunfador a un odio atávico hacia aquellos que tienen (o tuvieron) esas pequeñas cosas que a mi me faltan: belleza, poder... aviones? ¿Qué tipo de persona soy al no poder evitar sonreír inconscientemente de forma similar tanto al enterarme de que el Gordo de la lotería ha tocado en medio de eso que hoy llaman una barriada "de clase media-baja" (o sea, baja) como cuando escucho que tal multimillonario, político o famoso tiene... digamos, una enfermedad incurable? ¿Soy un canalla por disfrutar con la no-felicidad de quienes (en plan juez supremo, lo sé) estimo que ya obtuvieron de la vida más de lo que merecían, sobre todo si lo comparamos con tanto pobre desgraciado que jamás tendrá ni donde caerse muerto? ¿Resulta infantil y oligofrénica esta patética regla de compensación, ese constructo de baratillo que me he ido creando para hacerme la ilusión de que, a lo mejor, sí que el universo se encuentra en equilibrio? Quizá... es decir, ¡seguro! Pero, qué queréis que os diga... gozaría como un mico viendo a Bush (o al propio Schwarzie) carcomido por una enfermedad degenerativa de esas que hallarían remedio mediante la investigación con células madre. Y no digamos si estallara un buen escándalo masivo sobre la podredumbre oculta de tanto jerifalte eclesiástico que se desgañita en contra de la perversa homosexualidad que nos invade. ¿"Quid pro quo"?

Ellos me obligaron a hacerlo

Siento una pasión desbordada por "Donnie Darko". Es de esas pocas películas que en cuanto terminé de verla por primera vez ya supe que iba a formar parte de mi vida, que me hartaría de verla a lo largo de los años y que iba a envejecer conmigo, bien o mal, me importa un bledo, pero que siempre estaría ahí para hacerme compañía. El que, pese a habérmelo propuesto varias veces, hasta ahora no hubiera dicho ni una palabra de ella en este mi ciberestercolerono demuestra, además de lo poco riguroso que soy, lo limitadamente fiable que resulta "Un toque de azufre" para enmarcar mis gustos más

Sexo, mentiras y aguas termales

Sexo, mentiras y aguas termales Esta es la crítica que escribí para "Fotogramas" del excelente nuevo largometraje de Lucrecia Martel, y que, al final, ha quedado inédita.

LA NIÑA SANTA

por Antonio TRASHORRAS

Dirección: Lucrecia Martel. Intérpretes: Mercedes Morán, Carlos Belloso, Alejandro Urdapilleta, María Alche. Guión: Lucrecia Martel y Alejandro Domenech. Fotografía: Felix Monti. Música: Andrés Gerszenzon. Nacionalidad: Argentina, 2004.

Con apenas dos películas (su aclamada ópera prima La ciénaga y ésta que ahora nos llega), Lucrecia Martel ha logrado ya lo que muchos cineastas ansían durante años, a veces sin acabar nunca de conseguir: abocetar un “corpus” autoral reconocible, un universo propio, tanto en contenido como en forma, una voz y una mirada tan definidas que resulten difíciles de asociar a cualquier otro director que no sea ella misma. Con "La niña santa", la argentina vuelve a la deslumbrante coralidad de su anterior cinta, si bien esta vez el humor (surreal, casi buñueliano por momentos) campa indecente en una trama mucho más milimétrica y, a medida que avanza implacable, también dotada de una mayor capacidad de angustia; sensación a la cual contribuye, cómo no, su meditadísima puesta en escena (algo, todo hay que decirlo, poco frecuente en el cine latinoamericano), encaminada a sacar el máximo provecho a los abundantes interiores presentes en un relato aún más protéico que "La ciénaga", y que termina sustituyendo la agorafobia de aquella, por una claustrofobia preñada de misticismo bizarro, sátira social, concupiscencia y nervios a flor de piel.

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La película sorprende, sobre todo, al no despeñarse por ninguno de los precipicios por cuyos bordes Martel parece disfrutar jugueteando: esos tonos dramáticos poco menos que irreconciliables (desde el disparate a lo macabro, pasando incluso por cierto candor), los cuales no dejan de mutar y aparearse entre sí, esa ausencia total de música, unida a un acertadísimo uso de los sonidos diegéticos, ese gozoso descaro a la hora de plantear meandros argumentales... Propuesta arriesgada, que busca con valentía erigirse en excepción, "La niña santa" ofrece a la postre dos de las mejores cosas que se le pueden pedir a una película: que se disfrute durante su visionado, y que, transcurrido cierto tiempo, su contenido siga vivo, reverberando en la memoria.

LO MEJOR: que se trate (sólo) del segundo largometraje de una directora con tan excelente futuro.
LO PEOR alguna que otra interpretación.

Postales del pasado presente

Postales del pasado presente Una inmensa mayoría de los cinéfagos a los que se les pregunta por su película favorita responden con un amasijo de balbuceos inconexos que no son más que un discontinuo intento de decir un título de largometraje tras otro sin acabar de pronunciar ninguno. Comprensible: demasiadas referencias coaguladas en la sesera como para que escoger tan sólo una resulte una tarea asumible, al menos así de primeras. Yo tengo dos respuestas inmediatas para salir de dicha situación cuando alguien (que normalmente acabo de conocer) me hace esa pregunta. Respuesta namber güan: "No tengo película favorita, sino 100 empatadas en la primera plaza", y, a continuación, paso a recitar cual ametralladora una relación de títulos de pelis que me apasionan, según me van viniendo a la cabeza, sin orden ni concierto (hastaquellegosuhorayoanduveconunzombiseddemalamarcordelsilenciodeunhombrenosferatusarrebatoelfantasmadelparaisoeldespreciolaúltimaolasuspiria...). Lo habitual es que el abrumado interlocutor me detenga antes de llegar a la veintena. Y menos mal... Respuesta namber tu: "¡Vertigo!" (sin acento en la "e").

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Y es que si bien a "Vertigo" puedo considerarla como empatada con otras 99 en el primer puesto de la lista, tampoco deja de ser cierto que por ella quizá sienta también un poquitín de cosa más especial; no ya sólo porque sea una obra sublime, de un romanticismo desesperado, una audacia irrepetible y unos ecos metafísicos muy difícilmente igualables, sino sobre todo porque quizás fue la primera película que al verla, siendo todavía un crío, fui por vez primera consciente de me encontraba ante... pues eso, una obra sublime, de un romanticismo desesperado, una audacia etc, etc (aunque entonces aún no manejara semejante vocabulario, claro).

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Por ello, imaginad lo que puede haberme hecho disfrutar una página web como Vertigo:then and now, cuyo contenido consiste en un exhaustivo desglose visual de la hipnótica obra cumbre del gordo Hitch en función de sus localizaciones, incluyendo junto a cada exterior tal y cómo aparece en el film, una imagen de ese mismo lugar capturada en la actualidad.

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En otras palabras, amigo obsesionado con el órfico periplo de James Stewart por los rincones de aquel onírico San Francisco, "Vertigo:then and now" es todo un disparo virtual a bocajarro, entre evocador y anticlimático, dirigido justo al corazón de nuestra cinefilia. Y, por supuesto, lo ideal es recorrer esta galería escuchando la envolvente, tortuosa y zigzagueante música de Hermann.

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La niña santa

La niña santa ****

Dirección: Lucrecia Martel. Intérpretes: Mercedes Morán, Carlos Belloso, Alejandro Urdapilleta, María Alche. Guión: Lucrecia Martel y Alejandro Domenech. Fotografía: Felix Monti. Música: Andrés Gerszenzon. Nacionalidad: Argentina, 2004.

Con apenas dos películas (su aclamada ópera prima La ciénaga y ésta que ahora nos llega), Lucrecia Martel ha logrado ya lo que muchos cineastas ansían durante años, a veces sin acabar nunca de conseguir: abocetar un “corpus” autoral reconocible, un universo propio, tanto en contenido como en forma, una voz y una mirada tan definidas que resulten difíciles de asociar a cualquier otro director que no sea ella misma. Con La niña santa, la argentina vuelve a la deslumbrante coralidad de su anterior cinta, si bien esta vez el humor (surreal, casi buñueliano por momentos) campa indecente en una trama mucho más milimétrica y, a medida que avanza implacable, también dotada de una mayor capacidad de angustia; sensación a la cual contribuye, cómo no, su meditadísima puesta en escena (algo, todo hay que decirlo, poco frecuente en el cine latinoamericano), encaminada a sacar el máximo provecho a los abundantes interiores presentes en un relato aún más protéico que La ciénaga, y que termina sustituyendo la agorafobia de aquella, por una claustrofobia preñada de misticismo bizarro, sátira social, concupiscencia y nervios a flor de piel.
La película sorprende, sobre todo, al no despeñarse por ninguno de los precipicios por cuyos bordes Martel parece disfrutar jugueteando: esos tonos dramáticos poco menos que irreconciliables (desde el disparate a lo macabro, pasando incluso por cierto candor), los cuales no dejan de mutar y aparearse entre sí, esa ausencia total de música, unida a un acertadísimo uso de los sonidos diegéticos, ese gozoso descaro a la hora de plantear meandros argumentales... Propuesta arriesgada, que busca con valentía erigirse en excepción, La niña santa ofrece a la postre dos de las mejores cosas que se le pueden pedir a una película: que se disfrute durante su visionado, y que, transcurrido cierto tiempo, su contenido siga vivo, reverberando en la memoria.

Lo mejor: que se trate (sólo) del segundo largometraje de una directora con tan excelente futuro.
Lo peor: alguna que otra interpretación.
Para todo tipo de cinéfilos.

Antonio TRASHORRAS

¡Muere Aristóteles!

¡Muere Aristóteles! Otra critiquilla repescada de "Fotogramas":

RESIDENT EVIL 2: APOCALIPSIS

por Antonio TRASHORRAS

2004. Canadá, Gran Bretaña. Dirección: Alexander Witt. Intérpretes: Milla Jovovich, Sienna Guillory, Oded Fehr, Thomas Kretschmann.

El concepto de causalidad como regla básica a la hora de hilar las secciones de un guión, es decir, la idea misma de lo que siempre se conoció como transición entre escenas, parece estar experimentando un imparable (quién sabe si definitivo) ocaso dentro de cierto tipo de cine comercial. Dicha tendencia, apreciable en casi cualquier género pero especialmente llamativa en películas cuyo origen se halla en los videojuegos, tiene en "Resident Evil: Apocalipsis" su penúlimo ejemplo palmario.

Parece lógico pensar que cuando un largometraje nace con materia prima literaria, primero, contará con unos mínimos pilares narrativos, sean estos frágiles o sólidos; y, segundo, su público potencial también esperará del film una cierta cohesión dramática. También es de suponer que el "target" mayoritariamente juvenil, y más familiarizado con la sensorialidad del lenguaje puramente audiovisual del "arcade" que con las estructuras argumentales procedentes de la ficción, no exigirá demasiado a cintas como esta, ni en términos de coherencia narrativa ni de cumplimiento del causa-efecto. Es por ello que, tras asumir que el guión (sic) firmado por Paul W.S. Anderson (director de la primera entrega) no es más que una sucesión de bloques semiestancos más parecidos a los niveles de un videojuego que a capítulos de un relato propiamente dicho, el público afín a lo fantacientífico y dispuesto a suspender toda actividad neuronal lo más seguro es que acabe considerando "Resident Evil 2: Apocalipsis" un espectáculo válido, un producto defendible como mera experiencia adrenalínica, como placer estético y sonoro por completo desligado de cualquier servidumbre fabulatoria.

LO MEJOR: las dos gacelas protagonistas: la clásica Jovovich y la revelación Guillory.
LO PEOR: tratar de verla pensando en la lógica de la trama.

El documental "de moda"

El documental "de moda" Otra de mis últimas críticas para "Fotogramas". Sobre una peli que abre el apetito.

SUPER SIZE ME

por Antonio Trashorras

Dirección y guión: Morgan Spurlock. Intérpretes: Morgan Spurlock, Alexandra Jamieson, Bridget Bennett. Fotografía: Scott Ambrozy. Música: Steve Horowitz. Título original: Super Size Me. Nacionalidad: USA, 2004.

En los 60, Hunter S. Thompson acuñó el término periodismo "gonzo" para etiquetar sus reportajes, caracterizados por implicarse más que nadie en los temas que trataba. Si bien él no creo la fórmula, sí que, al borrar toda línea entre persona y cronista, y extremando su comportamiento "kamikaze", acabó por ser conocido como el periodista dispuesto a experimentar en cuerpo y mente las consecuencias de cada uno de sus reportajes. Recientemente, Michael Moore fundió con éxito la "stand up comedy" envenenada y el documental político, mientras que Johnny Knoxville ("Jackass") diseñó un cóctel molotov compuesto de masoquismo exhibicionista, ingenuidad infantil y actitud punk, logrando un no-mensaje total a la medida de nuestra juventud más anestesiada.

Alumno de todos ellos, Spurlock, pese a mostrar rasgos afines a cada uno, no acaba de tener el talento afilado y único de esos incordiadores mediáticos. Reconozcámoslo, su divertida cruzada contra la comida basura, más allá del enfoque mártir y de su agilísimo ritmo (por algo se crió profesionalmente en la celeridad de la cadena MTV), carece del interés y la chicha de otros documentales recientes. "Super Size Me" no es sino un fulgurante trayecto hacia la obviedad, lleno de atajos informativos, datos mostrados en plan trilero y mucho malabarismo expositivo de cara a disimular el estatismo (narrativo) y la vacuidad (periodística) de varios minutos de su metraje.

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En el fondo, a nivel creativo, Spurlock ha pergeñado un producto con más de un paralelismo con esas mismas hamburguesas objeto de su ataque: un documental "fast food", de consumo fácil, sabroso, sí, pero más grasiento que nutritivo. Entiéndanme: entrener, entretiene; buscaba hacer pupa a McDonald, y lo consiguió. Pero no hubiera estado mal una visión creativa más audaz, y, desde luego, más voluntad de investigación, más vitaminas y menos endulzantes populistas.

LO MEJOR: la parte dedicada al "catering" de las escuelas.
LO PEOR: el escaso desarrollo de la premisa.