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La cabeza de Henry -David Lynch 1-

La cabeza de Henry  -David Lynch 1- Hace seis años Manga Films me propuso escribir un libro sobre David Lynch para incluirlo en su colección, por entonces naciente, "Biblioteca de Cine". La cosa consistía en el lanzamiento de un edición subtitulada en VHS de una película especialmente remarcable de un autor, acompañada de un libro dedicado a dicho cineasta. Creo recordar que el primer título fue "Blow Out" de Brian de Palma, junto con un libro escrito por Jordi Batlle.

Yo me puse manos a la obra y, por desgracia, cuando el volumen se encontraba bastante avanzado Manga decidió cerrar la colección. Me quedé con uno de esos textos huérfanos que acaban cogiendo polvo en el ordenador, olvidándote tú mismo de su existencia.

Ayer, pensando en la función catártica de este "blog" se me ocurrió escribir "algo" sobre Lynch, hasta que recordé que en algún sitio debía de andar aquel "casi libro". He leído por encima los dos primeros capítulos y, proponiéndome no modificar casi nada (pura corrección gramatical), he decidido plantar aquí los fragmentos que piense que todavía tienen validez (aquello lo escribí cuando el último film de Lynch era "Carretera perdida").

Espero que no os parezca un leño.

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LA CABEZA DE HENRY

"Me gustan las películas que te conducen no a otro lugar, sino a un estado de ánimo determinado. Algo que aun no sabiendo explicar, siempre deseas volver a sentir". David Lynch en Film Comment (1990).


¿Dónde transcurre la acción de “Cabeza borradora”?

Es muy probable que de los muchos interrogantes que cualquier espectador del primer largometraje de David Lynch debe haberse planteado respecto a su contenido, éste sea uno de los que en menos ocasiones ha sido formulado en estudios y críticas. Después de todo, una vez inmerso en las entrañas de un film en apariencia tan plagado de abstracciones, lo habitual es que el analista, a la hora de establecer una localización real (el apartamento infernal de Henry, sobre todo; pero también su entorno industrial y el domicilio familiar de Mary X) pueda considerar ésta como una de las escasísimas concesiones a la ortodoxia por parte del autor

Hasta en las formas ficcionales más desarticuladas (grupo en el que, aunque parezca lo contrario, no se incluye precisamente la opera prima de Lynch) el lugar dónde ocurre la acción suele ser... eso, “el lugar dónde ocurre la acción”; una constante con la cual poquísimos autores, por mucho rupturismo que ambicionen, se permiten alegrías, reservando, en cambio, su dinamita narrativa para con frecuencia hacer añicos, por un lado, la variable tiempo (“¿En qué secuencia cronológica ocurrió lo que se me está mostrando?”) y, en el caso de los más audaces, hasta las propias concordancias causales del relato, esto es, sus últimos nudos lógicos (“¿Existe alguna relación causa-efecto entre estos acontecimientos que nos han sido expuestos de forma encadenada?”).

Con “Cabeza borradora”, David Lynch inauguró un modo (elusivo, caprichoso, falsamente obvio) de contemplar y manejar el escenario dramático en el cine; y esto, a la postre, ha permanecido como una de las claves menos aprensibles de su obra.

Sí, pero... ¿Dónde transcurre la acción de “Cabeza borradora”?

Un alto porcentaje de espectadores interrogados tras su primer visionado dirían, casi con seguridad, que dicho entorno reconocible no es sino el semidesértico mundo post-apocalíptico de naturaleza primitivamente industrial (humo, ruidosas y gigantescas factorías...) que alberga al personaje central: ese Henry Spencer desvalido y temeroso, cuyo domicilio, un minúsculo, asfixiante apartamento, se halla a su vez ubicado en un tétrico edificio, similar a un hotel abandonado. Esta resulta, no cabe duda, la localización que todos rememoramos inmediatamente de “Cabeza borradora”; evocación que tiende a dejar de lado una serie de planos, tan sugerentes como decisivos, colocados por Lynch al principio y al final del film, cuya función y “significado” (concepto éste que siempre despierta pavor en el propio cineasta) conviene explorar.

Para empezar, en el (a menudo olvidado) prólogo contemplamos una sucesión de planos de naturaleza, digamos, cósmica, en donde se nos muestra la inconfundible cabeza de Henry flotando horizontalmente con una especie de esfera planetaria superpuesta. A continuación nos acercamos a la esfera hasta atravesar su rugosa superficie y... Por fin, vemos a un hombre, cuyo rostro se encuentra desfigurado por espantosas quemaduras, sentado frente a una ventana en un entorno caótico, indefinido, agobiante. Algo semejante a un hilillo de materia orgánica culminado en una especie de cabeza (un bulbo raquídeo o un espermatozoide enorme hecho de carne o una médula espinal o...) que se superpone entonces sobre la imagen de Henry, saliendo de su boca, mientras su gesto se torna estupefacto.

El hombre quemado (muy explícitamente identificado en los títulos de crédito como Man in the Planet) acciona entonces un aparato imposible de identificar, compuesto por una serie de palancas. Como resultado de ello (“¿cómo resultado de ello?”) ese hilo orgánico cae en un charco o estanque lechoso, y cuando acompañamos su caída, hundiéndonos en dicho fluido, se hace la oscuridad. De pronto, surge un agujero de luz, que poco a poco crece hasta ocupar toda la pantalla y fundir definitivamente a blanco. A continuación, nos encontramos, por fin, con el protagonista (?) del relato, Henry Spencer, solo, plantado en un desolado entorno urbano, con su eterna expresión de extrañeza.

Inmediatamente, Henry se gira y se aleja caminando de forma singular hacia una peripecia de hora y media durante la cual él será nuestro único guía, el único anclaje lógico de la historia, el punto de vista a través del cual el público no tendrá más opción que descodificar lo que contempla.

Hora y media después, en el desenlace propiamente dicho, tras el asesinato del bebé monstruoso a manos del propio Henry (cortando sus vendajes-pañales con unas tijeras y provocando así su descomposición en una masa informe), esta realidad se desarticulará en un liberador estallido de furia sonora cuando ese planeta visto en el prólogo reviente desde dentro como si fuera un huevo, o un mero recipiente vacío. El Hombre del Planeta tratará en vano de accionar las palancas necesarias para que ese cataclismo se detenga (¿o no será él quien la está provocando con sus confusas acciones?), mientras el estridente sonido crece y crece, alcanzando un paroxismo místico en cuya cima La Chica del Radiador y Henry acaban amorosamente enlazados, envueltos por un nuevo flash de luz blanca. Luego, todo se detiene de forma súbita, beatífica; sonido e imagen se cortan... y comienzan a aparecer los créditos.

¿Se supone que Henry ha alcanzado por fin un estado de plenitud (muerto), una vez seccionado el cordón umbilical que le retenía en una realidad opresiva (su hijo)? ¿Forma ahora parte de un mundo idealizado, compartido con un alma gemela (La Chica del Radiador) prefabricada por su propia mente y a la medida de su anhelada felicidad? ¿Ha llegado Henry al “cielo”? Podríamos concluir que sí, o al menos a lo más parecido a ello que pudo encontrar dentro de su cabeza (¿O dentro de la del Hombre del Planeta?).

Entonces... ¿dónde ha transcurrido la acción de “Cabeza borradora”? O dicho de otra forma: ¿En qué parcela escenográfica podríamos asentarnos si tuviésemos intención de levantar un edificio interpretativo estable y válido no sólo para este film sino para el resto de la trayectoria del cineasta? Las opciones siguen estando ahí:

¿En la cabeza del Hombre del Planeta? (o figuras similares)

¿En la cabeza de Henry? (o en la de posteriores “protagonistas” como Jeffrey Beaumont, Sailor y/o Lula, Leland Palmer, Fred Madison...).

¿En la cabeza de... “quién”?

(CONTINUARÁ)

7 comentarios

Anónimo -

Ana Colutos -

Poetastro energúmeno y pesquisidor. TE INVITA A LA LECTURA Y DIFUSIÓN de su última colección de anacolutos rimados: .... ¡Horizontes serenos la verdad que consuela!

aitor -

ooops. vaya...

Trashi -

No leíste bien. Ponía "Blow Out", que sí es de De Palma. Con Travolta, ¿recuerdas?

aitor -

Blow up no es de Brian de Palma, es de Antonioni. Otra cosa es que el protagonista se llama Carlo di Palma.

Trashi -

Yo te lo presto, hombre.

Es verdad que es inencontrable porque formaba un "pack" con el VHS y eso ya no...

Si lo quieres ya sabes...

Tones -

Ole ese ineditismo. ¿Qué tal estaba aquel libro de Jordi Battle? Me quedé con ganas de pillarlo, pero ya tenía la película y... Va a dar igual que me digas que está bien o mal, porque lo imagino inencontrable. Pero por si las moscas.