El enigma del lugar -David Lynch 2-
Segunda entrega de mi libro inédito sobre David Lynch.
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Te eché mucho de menos en el correccional. Pero la forma en que te funciona la cabeza sigue siendo un misterio para mí. Sailor a Lula en Corazón salvaje.
Ya desde Cabeza borradora, en todas las películas personales de Lynch hallamos, de manera exacerbada pero también oscurecida por lo bizarro de su exposición, tanto:
A) Una galería de tipos, de personajes/instrumentos (sobre todo, El Hombre del Planeta y La Chica del Radiador, aunque, de hecho, habría que añadir también a La Chica de la Puerta de al Lado, y hasta a Mary X), cuya función en su obra de ahí en adelante siempre será, por un lado, de desestabilización y, por otro, de motor de ajuste psico-emocional para los protagonistas; como:
B) Una serie de constantes argumentales (el trauma primigenio, el desasosiego ligado a un sitio y una situación, la fuga hacia adentro, el estallido liberador, y, por último, la violenta resolución desarticuladora) que reaparecerán una y otra vez en la filmografía de Lynch.
Centrándonos en la más recurrente fauna lynchiana: ¿Podría ser el Hombre del Planeta para Henry lo mismo que el asesino Bob representa para Leland Palmer en Twin Peaks? ¿O equivalente al Hombre Misterioso de Fred Madison en Carretera perdida? Es decir, emanaciones psíquicas del personaje principal que, por un lado, asumen la culpabilidad de un hecho lacerante llevado a cabo por éste, y, por otro, actúan en sus mentes como señales de alarma de que algo no debería ser así, de que algo no funciona bien; sus apariciones no son sino luces de alarma (intermitencias rojas, aullidos estridentes...), síntomas, en definitiva.
Ahora bien, este desentrañamiento del significado y la función última de dichos personajes simbólicos nos devuelve a lo que podríamos llamar el Enigma del Lugar en la obra de Lynch, o cómo también apuntábamos al principio, la fijación de un punto de referencia válido para todo lo expuesto en cada una de sus películas; punto de referencia que, por muy ortodoxa que en apariencia resulte la narrativa de algunos de sus títulos (y si se mira con detenimiento, Cabeza borradora resulta, en realidad, uno de los más lineales), siempre se manifiesta verdaderamente elusivo. Y es que, los protagonistas de todos los films digamos personales de David Lynch (Cabeza borradora, Terciopelo azul, Corazón salvaje, Fuego, camina conmigo y Carretera perdida) habitan un lugar, una totalidad, un mundo que constituye su burbuja, un hábitat cerrado que los contiene y los aprisiona (aparentemente), aunque también, en cierto modo, los da sentido.
Por ejemplo, en Cabeza borradora parece claro que existe un planeta y que ese planeta contiene una zona industrial, y que allí dentro hay un edificio y que, en las entrañas del edificio, acabamos encontrando una habitación. Círculos concéntricos de agobio que acabarán fijando la acción en ese recinto que, no obstante, presentaría cualidades paradójicamente uterinas (esto es, acogedoras) siempre y cuando Henry consiguiese permanecer, por siempre jamás solo y tranquilo en él, sin sufrir hostiles invasiones externas (interprétese esto como simple irrupción de la vida real).
Siguiendo cronológicamente la filmografía de Lynch como autor total (es decir, dejando El hombre elefante y Dune, como obras quizá menos ilustrativas de sus constantes) hallamos, por ejemplo, que en Terciopelo azul ese recipiente narrativo resulta ser todo un pueblo, Lumberton, aunque desdoblado en dos realidades complementarias y excluyentes: la diurna y la nocturna; mientras que en Carretera perdida, auténtico compendio de todo su cine, volvemos durante su primer tercio al panorama ensimismado y autista de los pasajes más angustiosos de Cabeza borradora a través de la viciada vida del matrimonio Madison en su lóbrego domicilio, para, más tarde, tras la fuga psicogénica del protagonista, penetrar en un remedo sombrío, mortecino y urbano de Terciopelo azul, de la mano de un atribulado personaje adolescente (), a mitad de camino entre el Jeffrey de Terciopelo azul y el Sailor de Corazón salvaje, de nuevo acosado por las fuerzas del mal y tentado por una femme fatale (Patricia Arquette) arquetípica, repleta de secretos, problemas y ambigüedades.
Escrutar la forma en que Lynch maneja todas estas personas narrativas también resulta aleccionador siempre que no nos despeñemos por una espiral interpretativa demasiado autoalimentada. Veamos: Cabeza borradora podría ser contemplada como un película en primera persona, teniendo en cuenta aquel plano inicial de la cabeza de Henry flotando; Terciopelo azul tampoco sería descabellado considerarla como una película interiorizada por el protagonista, a partir, eso sí, del crucial plano simbólico en que el espectador penetra en la oreja seccionada. Corazón salvaje, por su parte, presenta de idéntica forma una hendidura clara en su exposición desde el momento en que Sailor y Lula llegan al pueblo de Big Tuna; hiato dramático donde parece estancarse si no el relato, sí su movimiento, dentro de ese motelucho en el cual, primero, Lula descubrirá su embarazo y, segundo, Sailor caerá en las redes criminales del infernal Bobby Perú (otro típico personaje cuña lynchiano, si bien, éste se encuentra emparentado con otra estirpe, la de los demonios tipo el Barón Arkonen, Frank, Mr. Eddy o el propio Killer Bob). El movimiento se interrumpe, por tanto, allí, en Big Tuna, y en particular en las tripas de ese desasosegante motel (pronto invadido por el hedor del vómito de Lula), donde ambos personajes afrontarán sus propios monstruos, proyeccciones de ellos mismos, encarnados de forma coincidente en la abyecta figura de Bobby Perú (¿Podría ser Big Tuna, por tanto, la cabeza de Sailor y Lula una vez extraviados de la ruta sobre baldosas amarillas que les estaba conduciendo al mundo de Oz?).
En cuanto al puzzle de Carretera perdida lo más sensato es dejarse llevar todo lo posible por la (ya de por sí escasa) literalidad de lo narrado y asumir la primera parte como fruto, en líneas generales, de una tercera persona narrativa, y la segunda como un primera persona del ya evadido psicogénicamente Fred Madison.
Según esta aproximación al corpus lynchiano, establecer el lugar donde transcurre cada film, resulta algo muy parecido a identificar (y, por tanto, desde ahí, empezar a entender) su voz narradora; es por ello que detectar el punto de vista esgrimido en cada caso puede resultar para el espectador una brújula adecuada para moverse por el paisaje narrativo desplegado, aunque de manera fragmentaria, en el mencionado quinteto de películas.
NOTA: Hay que añadir que esa identificación espacial del lugar en el que ocurre todo con el paisaje mental del protagonista es aplicable también al espectáculo teatral Industrial Symphony Nº1, donde todo el escenario no es sino el caótico interior de un corazón roto de amor (como avisa el subtítulo de la obra y la propia escena que lo abre en la cual Nicolas Cage y Laura Dern rompen por teléfono).
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Te eché mucho de menos en el correccional. Pero la forma en que te funciona la cabeza sigue siendo un misterio para mí. Sailor a Lula en Corazón salvaje.
Ya desde Cabeza borradora, en todas las películas personales de Lynch hallamos, de manera exacerbada pero también oscurecida por lo bizarro de su exposición, tanto:
A) Una galería de tipos, de personajes/instrumentos (sobre todo, El Hombre del Planeta y La Chica del Radiador, aunque, de hecho, habría que añadir también a La Chica de la Puerta de al Lado, y hasta a Mary X), cuya función en su obra de ahí en adelante siempre será, por un lado, de desestabilización y, por otro, de motor de ajuste psico-emocional para los protagonistas; como:
B) Una serie de constantes argumentales (el trauma primigenio, el desasosiego ligado a un sitio y una situación, la fuga hacia adentro, el estallido liberador, y, por último, la violenta resolución desarticuladora) que reaparecerán una y otra vez en la filmografía de Lynch.
Centrándonos en la más recurrente fauna lynchiana: ¿Podría ser el Hombre del Planeta para Henry lo mismo que el asesino Bob representa para Leland Palmer en Twin Peaks? ¿O equivalente al Hombre Misterioso de Fred Madison en Carretera perdida? Es decir, emanaciones psíquicas del personaje principal que, por un lado, asumen la culpabilidad de un hecho lacerante llevado a cabo por éste, y, por otro, actúan en sus mentes como señales de alarma de que algo no debería ser así, de que algo no funciona bien; sus apariciones no son sino luces de alarma (intermitencias rojas, aullidos estridentes...), síntomas, en definitiva.
Ahora bien, este desentrañamiento del significado y la función última de dichos personajes simbólicos nos devuelve a lo que podríamos llamar el Enigma del Lugar en la obra de Lynch, o cómo también apuntábamos al principio, la fijación de un punto de referencia válido para todo lo expuesto en cada una de sus películas; punto de referencia que, por muy ortodoxa que en apariencia resulte la narrativa de algunos de sus títulos (y si se mira con detenimiento, Cabeza borradora resulta, en realidad, uno de los más lineales), siempre se manifiesta verdaderamente elusivo. Y es que, los protagonistas de todos los films digamos personales de David Lynch (Cabeza borradora, Terciopelo azul, Corazón salvaje, Fuego, camina conmigo y Carretera perdida) habitan un lugar, una totalidad, un mundo que constituye su burbuja, un hábitat cerrado que los contiene y los aprisiona (aparentemente), aunque también, en cierto modo, los da sentido.
Por ejemplo, en Cabeza borradora parece claro que existe un planeta y que ese planeta contiene una zona industrial, y que allí dentro hay un edificio y que, en las entrañas del edificio, acabamos encontrando una habitación. Círculos concéntricos de agobio que acabarán fijando la acción en ese recinto que, no obstante, presentaría cualidades paradójicamente uterinas (esto es, acogedoras) siempre y cuando Henry consiguiese permanecer, por siempre jamás solo y tranquilo en él, sin sufrir hostiles invasiones externas (interprétese esto como simple irrupción de la vida real).
Siguiendo cronológicamente la filmografía de Lynch como autor total (es decir, dejando El hombre elefante y Dune, como obras quizá menos ilustrativas de sus constantes) hallamos, por ejemplo, que en Terciopelo azul ese recipiente narrativo resulta ser todo un pueblo, Lumberton, aunque desdoblado en dos realidades complementarias y excluyentes: la diurna y la nocturna; mientras que en Carretera perdida, auténtico compendio de todo su cine, volvemos durante su primer tercio al panorama ensimismado y autista de los pasajes más angustiosos de Cabeza borradora a través de la viciada vida del matrimonio Madison en su lóbrego domicilio, para, más tarde, tras la fuga psicogénica del protagonista, penetrar en un remedo sombrío, mortecino y urbano de Terciopelo azul, de la mano de un atribulado personaje adolescente (), a mitad de camino entre el Jeffrey de Terciopelo azul y el Sailor de Corazón salvaje, de nuevo acosado por las fuerzas del mal y tentado por una femme fatale (Patricia Arquette) arquetípica, repleta de secretos, problemas y ambigüedades.
Escrutar la forma en que Lynch maneja todas estas personas narrativas también resulta aleccionador siempre que no nos despeñemos por una espiral interpretativa demasiado autoalimentada. Veamos: Cabeza borradora podría ser contemplada como un película en primera persona, teniendo en cuenta aquel plano inicial de la cabeza de Henry flotando; Terciopelo azul tampoco sería descabellado considerarla como una película interiorizada por el protagonista, a partir, eso sí, del crucial plano simbólico en que el espectador penetra en la oreja seccionada. Corazón salvaje, por su parte, presenta de idéntica forma una hendidura clara en su exposición desde el momento en que Sailor y Lula llegan al pueblo de Big Tuna; hiato dramático donde parece estancarse si no el relato, sí su movimiento, dentro de ese motelucho en el cual, primero, Lula descubrirá su embarazo y, segundo, Sailor caerá en las redes criminales del infernal Bobby Perú (otro típico personaje cuña lynchiano, si bien, éste se encuentra emparentado con otra estirpe, la de los demonios tipo el Barón Arkonen, Frank, Mr. Eddy o el propio Killer Bob). El movimiento se interrumpe, por tanto, allí, en Big Tuna, y en particular en las tripas de ese desasosegante motel (pronto invadido por el hedor del vómito de Lula), donde ambos personajes afrontarán sus propios monstruos, proyeccciones de ellos mismos, encarnados de forma coincidente en la abyecta figura de Bobby Perú (¿Podría ser Big Tuna, por tanto, la cabeza de Sailor y Lula una vez extraviados de la ruta sobre baldosas amarillas que les estaba conduciendo al mundo de Oz?).
En cuanto al puzzle de Carretera perdida lo más sensato es dejarse llevar todo lo posible por la (ya de por sí escasa) literalidad de lo narrado y asumir la primera parte como fruto, en líneas generales, de una tercera persona narrativa, y la segunda como un primera persona del ya evadido psicogénicamente Fred Madison.
Según esta aproximación al corpus lynchiano, establecer el lugar donde transcurre cada film, resulta algo muy parecido a identificar (y, por tanto, desde ahí, empezar a entender) su voz narradora; es por ello que detectar el punto de vista esgrimido en cada caso puede resultar para el espectador una brújula adecuada para moverse por el paisaje narrativo desplegado, aunque de manera fragmentaria, en el mencionado quinteto de películas.
NOTA: Hay que añadir que esa identificación espacial del lugar en el que ocurre todo con el paisaje mental del protagonista es aplicable también al espectáculo teatral Industrial Symphony Nº1, donde todo el escenario no es sino el caótico interior de un corazón roto de amor (como avisa el subtítulo de la obra y la propia escena que lo abre en la cual Nicolas Cage y Laura Dern rompen por teléfono).
3 comentarios
vainica -
entero es con "fuego camina conmigo"? porque yo ya compre hace tiempo la serie, viene en un pack de 4 dvd, al igual que "historias para no dormir" del serrador. en ese tipo de caja de carton...
saludos.
Trashi -
No tengo noticias si se editarán por fin aquí en DVD "Corazón salvaje" y "Carretera perdida". A mí también me parece indignante que no haya disponibles buenas ediciones de esas pelis. Lo que sí parece que va a salir es "Twin Peaks" entero en cajas lujosas. Para coleccionistas.
vainica -
en fin. me gusta lo que escribes, pero:
tienes noticias de si se van a editar corazon salvaje y carretera perdida en dvd?
recuerdo que cuando vi carretera perdida no entendi nada, pero lynch me atrapo y durante dias no pare de darle vueltas a la peli...
un saludo y adelante con el blog.