Sobre la hermosa publicidad de aquí al lado
Todos los que usamos Blogia para alojar nuestras cosillas nos hemos encontrado hoy con la bonita sorpresa de que, así por las buenas, había surgido (plop) publicidad en los laterales. Mira tú... A uno no le parece mal que Roberto Abizanda, nuestro casero, quien tan amablemente nos lleva alojando de forma gratuita durante meses, pretenda ganar unos dinerillos insertando los botones del Adsense en nuestros blogs, ya que, después de todo, vivimos aquí de prestado, y si él corre con todos los gastos y se preocupa del mantenimiento del tinglado este, ¿por qué no tratar de recibir unas perras a cambio de ello?
Lo malo han sido las formas. Entrar de repente y, zas, toparte con que la estética (y no digamos la ética) de cada uno de nuestros blogs se ha ido por el retrete por la irrupción de tan espantosos banners. Tampoco hubiera estado de más, no sé... un comunicado previo: "Oye, bloguero, que a partir de mañana, por mis cojones vas a tener anuncios en tu bitácora. Son lentejas, así que si no te molan, te jodes". En ese caso algunos hubieramos valorado si nos compensaba seguir con el blog activo teniendo en cuenta lo feos que nos resultan los adsenses de marras, además de lo poco que nos encaja el hecho de generar dinerito mediante los visitantes que pinchan en la publicidad atraídos por los contenidos de tu página, sin que el beneficiario de dichos ingresos se plantee ni por un instante el compartir un cierto porcentaje con quienes mantienen los chiringuitos.
Es decir, que lo feo no ha sido tanto la iniciativa en sí como la ausencia de comunicación, por un lado, y el obviar completamente el hecho de que cualquier posible ingreso debería ser de alguna forma compartido con quienes generan los contenidos capaces de atraer visitantes-cliqueadores de tales anuncios. Creo que tanto yo, como otros blogueros de similar perfil, estaríamos dispuestos a aceptar cierto tipo de publicidad bien integrada y coherente con nuestros contenidos, siempre y cuando estuviéramos convencidos de que ello contribuía al mejor funcionamiento de Blogia (últimamente tan defectuoso). Insisto, no me parece mal que Roberto gane dinero con esto, incluso entiendo que merece una recompensa por haber posibilitado que tanta gente accediera al mundo de las bitácoras, lo que se me atraganta es la forma que ha tenido de colarlos la iniciativa. Bien pensado, quizá hasta merecería la pena pagarle una cierta cantidad en lugar de aceptar esta publicidad obligatoria. O simplemente largarse con la bitácora a otra parte.
(De momento he decidido cambiar los colores de los banners, afeándolos lo más posible como medida autoflagelatoria y tratando de que den tanto asco que a nadie se le ocurra pinchar; ya veremos que es lo siguiente que se me ocurre: ¿defecar en los anunciantes que vea que se me arriman?)
Lo malo han sido las formas. Entrar de repente y, zas, toparte con que la estética (y no digamos la ética) de cada uno de nuestros blogs se ha ido por el retrete por la irrupción de tan espantosos banners. Tampoco hubiera estado de más, no sé... un comunicado previo: "Oye, bloguero, que a partir de mañana, por mis cojones vas a tener anuncios en tu bitácora. Son lentejas, así que si no te molan, te jodes". En ese caso algunos hubieramos valorado si nos compensaba seguir con el blog activo teniendo en cuenta lo feos que nos resultan los adsenses de marras, además de lo poco que nos encaja el hecho de generar dinerito mediante los visitantes que pinchan en la publicidad atraídos por los contenidos de tu página, sin que el beneficiario de dichos ingresos se plantee ni por un instante el compartir un cierto porcentaje con quienes mantienen los chiringuitos.
Es decir, que lo feo no ha sido tanto la iniciativa en sí como la ausencia de comunicación, por un lado, y el obviar completamente el hecho de que cualquier posible ingreso debería ser de alguna forma compartido con quienes generan los contenidos capaces de atraer visitantes-cliqueadores de tales anuncios. Creo que tanto yo, como otros blogueros de similar perfil, estaríamos dispuestos a aceptar cierto tipo de publicidad bien integrada y coherente con nuestros contenidos, siempre y cuando estuviéramos convencidos de que ello contribuía al mejor funcionamiento de Blogia (últimamente tan defectuoso). Insisto, no me parece mal que Roberto gane dinero con esto, incluso entiendo que merece una recompensa por haber posibilitado que tanta gente accediera al mundo de las bitácoras, lo que se me atraganta es la forma que ha tenido de colarlos la iniciativa. Bien pensado, quizá hasta merecería la pena pagarle una cierta cantidad en lugar de aceptar esta publicidad obligatoria. O simplemente largarse con la bitácora a otra parte.
(De momento he decidido cambiar los colores de los banners, afeándolos lo más posible como medida autoflagelatoria y tratando de que den tanto asco que a nadie se le ocurra pinchar; ya veremos que es lo siguiente que se me ocurre: ¿defecar en los anunciantes que vea que se me arriman?)
7 comentarios
Noel -
Aunque, por otro lado, puede ser una estratagema. Habrá que vigilar que no vuelva.
Aureal -
Me siento ridículo...
Aureal -
Barrejón -
No hay más que ver la cantidad de ex-hombreanuncios que viven ahora en Puerto Banús.
Ike Janacek -
Hombre, una nota o un correo se hubiesen agradecido ya que ni hay foros ni la página oficial de Blogia avisó antes,
pero tampoco molestan demasiado (como no les hago caso...)
Trashi -
R. -