A propósito de Kore-eda (3)
Todas las expectativas depositadas en Hirokazu Kore-eda tras su debut con Maborosi fueron de sobra confirmadas gracias a su siguiente largometraje, el hipnótico "Wandafuru Raifu" ("After Life") (1998), una insólita historia que transcurre en una suerte de limbo celestial y que permite de nuevo al autor reflexionar con melancolía sobre la vida, la muerte y, sobre todo, la memoria. Fábula filosófica con envoltorio argumental de puro género fantástico pero rodada como si de un documental se tratara, "After Life" es una de las películas más absorbentes, ricas y originales que he visto jamás.
El relato se ubica en una especie de escuela donde un equipo de "funcionarios" acoge e instruye a los espíritus de todos aquellos que acaban de morir. El objetivo no es otro que el ayudarles a reconstruir, a lo largo de una semana, un solo recuerdo de toda su vida, que será el único que se podrán llevar al más allá. Tras elegir ese momento concreto de su existencia, los difuntos deberán rodar, ayudados por sus consejeros, una pequeña película casera basado en el recuerdo que guardan de él. El modo en que Kore-eda desarrolla esta hermosa premisa resulta magistral, mezclando visiones subjetivas, entrevistas a cámara de los protagonistas evocando entre titubeos los momentos más destacados de sus vidas y escenas a medio camino entre lo poético y lo radicalmente naturalista. Poco a poco, según los protagonistas van eligiendo sus recuerdos y confeccionando con ellos sus "cortometrajes", la realidad se va tiñendo de ficción, la memoria de cada uno se contamina de deseos, creando a la postre un confuso magma de verdades y mentiras a la medida de sus respectivos "autores".
"After Life" tiene sus pasajes más emotivos en las escenas centradas en dos personajes incapaces de hallar en sus pasados ni siquiera un recuerdo merecedor de acompañarlos en la vida eterna. Son, por un lado, un anciano que trata desesperadamente de probar que su vida no fue inútil; y, por otro, un muchacho que negándose a escoger dicho momento, anula cualquier responsabilidad sobre lo negativo de sus actos. Fracasos, secretos, deseos no realizados, amores inconfesados... todo lo esperable en la simplicidad de cualquier vida "normal" constituye el tapiz mediante el cual Kore-eda transmite un mensaje lleno de intensidad y candor: la catarsis de la memoria puede justificar tanto lo vivido como lo meramente imaginado.
El relato se ubica en una especie de escuela donde un equipo de "funcionarios" acoge e instruye a los espíritus de todos aquellos que acaban de morir. El objetivo no es otro que el ayudarles a reconstruir, a lo largo de una semana, un solo recuerdo de toda su vida, que será el único que se podrán llevar al más allá. Tras elegir ese momento concreto de su existencia, los difuntos deberán rodar, ayudados por sus consejeros, una pequeña película casera basado en el recuerdo que guardan de él. El modo en que Kore-eda desarrolla esta hermosa premisa resulta magistral, mezclando visiones subjetivas, entrevistas a cámara de los protagonistas evocando entre titubeos los momentos más destacados de sus vidas y escenas a medio camino entre lo poético y lo radicalmente naturalista. Poco a poco, según los protagonistas van eligiendo sus recuerdos y confeccionando con ellos sus "cortometrajes", la realidad se va tiñendo de ficción, la memoria de cada uno se contamina de deseos, creando a la postre un confuso magma de verdades y mentiras a la medida de sus respectivos "autores".
"After Life" tiene sus pasajes más emotivos en las escenas centradas en dos personajes incapaces de hallar en sus pasados ni siquiera un recuerdo merecedor de acompañarlos en la vida eterna. Son, por un lado, un anciano que trata desesperadamente de probar que su vida no fue inútil; y, por otro, un muchacho que negándose a escoger dicho momento, anula cualquier responsabilidad sobre lo negativo de sus actos. Fracasos, secretos, deseos no realizados, amores inconfesados... todo lo esperable en la simplicidad de cualquier vida "normal" constituye el tapiz mediante el cual Kore-eda transmite un mensaje lleno de intensidad y candor: la catarsis de la memoria puede justificar tanto lo vivido como lo meramente imaginado.
8 comentarios
itaka40 -
gracias
Kitsune -
Trashi -
Kitsune -
Ya me dirás tú qué relación tiene "After" con "Wonderful" si además el katakana es facilito de leer!
lunaaaaa -
Jerry el americano -
Trashi -
SrLansky -