Otra peli olvidada
Ayer volví a ver "La otra cara del crimen" ("The Yards") del magnífico James Gray, uno de los cineastas más dignos de seguimiento de estos últimos años. Me pareció una opción perfecta para neutralizar la idiocia navideña predominante; una peli seca como ella sola, de lectura moral turbia, y eso tan difícil que es la coherencia climática absoluta (lo cual engloba desde la iluminación a las interpretaciones), pero sin el menor gramo de espectáculo en todo su metraje
Para los que en su día se preguntasen porque James Gray se tiró casi cinco años hasta estrenar otro largometraje tras su espléndida ópera prima "Cuestión de sangre" ("Little Odessa"), ahí va una respuesta no apta para sensibles.
Primero: su debut obtuvo muy buenas críticas, sí, pero apenas dio un duro, por lo cual estuvo dos añitos tratando de colocar en algún sitio el guión de "La otra cara del crimen" (que lo he leído y es, sí cabe, todavía más denso que la película). Segundo: tras ser rechazado en muchas productoras por demasiado europeo, lúgubre y lento, el proyecto recala en Miramax, siempre hambrientos de talento joven, donde el director padece otro años de conflictiva preproducción para impedir que su peli se convierta en otro thriller de bajos fondos, cachondo y marchosillo (vamos, "postscorsesiano"; es decir, a lo Guy Ritchie). Tercero: acabado el rodaje, los Weinstein Bros bloquean el montaje y encargan filmar a espaldas de Gray unos diez minutos nuevos, vetando todo el final original. Cuarto: tras meses de litigio y mediante la renuncia a parte de su salario, Gray condigue terminar el montaje casi enteramente a su gusto, si bien Miramax le castiga congelando al largometraje otro añito más hasta estrenarlo con un limitadísimo número de copias, al considerarlo un "thriller" que, pese a las estrellas de su reparto (Theron, Wahlberg, Joaquin Phoenix...) resultaba demasiado reconcentrado y sobrio, es decir, sólo apto para el público minoritario.
Viendo esta soberbia película, que afortunadamente sigue los pasos de aridez expositiva, ambigüedad moral y densidad conceptual de "Little Odessa", uno se pregunta qué futuro le puede a un director tan, digamos, serio; tan obstinado en apartarse de la estandarizada papilla narrativa con que el abrevadero de ficción hollywoodense alimenta sus beneficios. Lo que su cine ha ofrecido hasta la fecha es suspense sin espectáculo, drama sin melo, anclado en la emoción real, de tono bajo, y no en la referencialidad chispeante, tragedias naturalistas con ecos universales... grandes películas, en suma, pero (ay) para mayores de edad. Gray vendría a ser lo más parecido que podemos imaginarnos a un Melville americano, o un Schrader joven sin haberse rendido aún, tratando a duras penas de no ser aplastado por el cine multiplex del siglo XXI. Las va a pasar canutas este Gray...
Para los que en su día se preguntasen porque James Gray se tiró casi cinco años hasta estrenar otro largometraje tras su espléndida ópera prima "Cuestión de sangre" ("Little Odessa"), ahí va una respuesta no apta para sensibles.
Primero: su debut obtuvo muy buenas críticas, sí, pero apenas dio un duro, por lo cual estuvo dos añitos tratando de colocar en algún sitio el guión de "La otra cara del crimen" (que lo he leído y es, sí cabe, todavía más denso que la película). Segundo: tras ser rechazado en muchas productoras por demasiado europeo, lúgubre y lento, el proyecto recala en Miramax, siempre hambrientos de talento joven, donde el director padece otro años de conflictiva preproducción para impedir que su peli se convierta en otro thriller de bajos fondos, cachondo y marchosillo (vamos, "postscorsesiano"; es decir, a lo Guy Ritchie). Tercero: acabado el rodaje, los Weinstein Bros bloquean el montaje y encargan filmar a espaldas de Gray unos diez minutos nuevos, vetando todo el final original. Cuarto: tras meses de litigio y mediante la renuncia a parte de su salario, Gray condigue terminar el montaje casi enteramente a su gusto, si bien Miramax le castiga congelando al largometraje otro añito más hasta estrenarlo con un limitadísimo número de copias, al considerarlo un "thriller" que, pese a las estrellas de su reparto (Theron, Wahlberg, Joaquin Phoenix...) resultaba demasiado reconcentrado y sobrio, es decir, sólo apto para el público minoritario.
Viendo esta soberbia película, que afortunadamente sigue los pasos de aridez expositiva, ambigüedad moral y densidad conceptual de "Little Odessa", uno se pregunta qué futuro le puede a un director tan, digamos, serio; tan obstinado en apartarse de la estandarizada papilla narrativa con que el abrevadero de ficción hollywoodense alimenta sus beneficios. Lo que su cine ha ofrecido hasta la fecha es suspense sin espectáculo, drama sin melo, anclado en la emoción real, de tono bajo, y no en la referencialidad chispeante, tragedias naturalistas con ecos universales... grandes películas, en suma, pero (ay) para mayores de edad. Gray vendría a ser lo más parecido que podemos imaginarnos a un Melville americano, o un Schrader joven sin haberse rendido aún, tratando a duras penas de no ser aplastado por el cine multiplex del siglo XXI. Las va a pasar canutas este Gray...
5 comentarios
Leela -
Leelq -
Jerry el americano -
Vigalounge -
Noel -