Ojito con esta peli
Alguna que otra vez (no muchas, la verdad) cuando escribo una crítica tengo la esperanza de que ésta sirva para que dicha película reciba algún algún que otro espectador adicional interesado a partir de los elogios dedicados a ella. Esto sólo ocurre en casos como el de "La sombra de un secuestro", cinta que no parece destinada a obtener unas cifras de taquilla ni siquiera medio buenas y que, sin embargo, a mi juicio cuenta con elementos positivos de sobra para merecer una oportunidad de visionado. Reproduzco aquí mi texto aparecido en "Fotogramas" por si llega a alguien que pudiera sentirse atraído a ir a verla.
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LA SOMBRA DE UN SECUESTRO
Dirección: Pieter Jan Brugge. Intérpretes: Robert Redford, Helen Mirren, Willem Dafoe, Alessandro Nivola. Guión: Justin Haythe y Pieter Jan Brugge. Fotografía: Denis Lenoir. Música: Craig Armstrong. Título original: The Clearing. Nacionalidad: USA, 2004.
Productor de sólida carrera en Hollywood gracias a títulos como El informe pelícano, Heat o El dilema, Pieter Jan Brugge debuta tras la cámara con este largometraje de engañosa sencillez en su peripecia, ritmo sostenido, estética gélida, tono bajo y apabullante nivel actoral. Mitad thriller "de" secuestro, mitad drama conyugal, The Clearing (mejor olvidar el cutre-título español, que rebaja la percepción del film a la categoría de estrenillo videoclubero) huye de la crispación emocional y el maniqueísmo típicos de otras películas con parecida premisa (desaparición, rapto, recompensa, etc) para ofrecer una muy seria mirada a las fricciones y desajustes que el tiempo provoca en la relaciones sentimentales, familiares y laborales.
Entre las muchas virtudes no hollywoodenses presentes en el largometraje destacan, primero, la austeridad de una puesta en escena usada no buscando el lucimiento audiovisual (pese a que fotografía y música son de primerísimo nivel) sino como implacable bisturí psicológico, desollador de las apariencias merced sobre todo a unos insertos nunca meramente funcionales, sino de un certero puntillismo encaminado a cuestionar a los personajes; segundo, su hábil dosificación dramática, la cual da como resultado una ambigüedad causal poco menos que imposible de hallar en el mascadísimo cine comercial de hoy; y, por último, la posibilidad de ver interpretar "de verdad" a Redford, de recuperar a Dafoe sin hacer de villano del montón, y de disfrutar con una de las mejores actrices vivas, la incomparable Helen Mirren, cuyos silencios y miradas dan verdadero peso a esta película absorbente, melancólica, astuta y dolorosamente humana.
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LA SOMBRA DE UN SECUESTRO
Dirección: Pieter Jan Brugge. Intérpretes: Robert Redford, Helen Mirren, Willem Dafoe, Alessandro Nivola. Guión: Justin Haythe y Pieter Jan Brugge. Fotografía: Denis Lenoir. Música: Craig Armstrong. Título original: The Clearing. Nacionalidad: USA, 2004.
Productor de sólida carrera en Hollywood gracias a títulos como El informe pelícano, Heat o El dilema, Pieter Jan Brugge debuta tras la cámara con este largometraje de engañosa sencillez en su peripecia, ritmo sostenido, estética gélida, tono bajo y apabullante nivel actoral. Mitad thriller "de" secuestro, mitad drama conyugal, The Clearing (mejor olvidar el cutre-título español, que rebaja la percepción del film a la categoría de estrenillo videoclubero) huye de la crispación emocional y el maniqueísmo típicos de otras películas con parecida premisa (desaparición, rapto, recompensa, etc) para ofrecer una muy seria mirada a las fricciones y desajustes que el tiempo provoca en la relaciones sentimentales, familiares y laborales.
Entre las muchas virtudes no hollywoodenses presentes en el largometraje destacan, primero, la austeridad de una puesta en escena usada no buscando el lucimiento audiovisual (pese a que fotografía y música son de primerísimo nivel) sino como implacable bisturí psicológico, desollador de las apariencias merced sobre todo a unos insertos nunca meramente funcionales, sino de un certero puntillismo encaminado a cuestionar a los personajes; segundo, su hábil dosificación dramática, la cual da como resultado una ambigüedad causal poco menos que imposible de hallar en el mascadísimo cine comercial de hoy; y, por último, la posibilidad de ver interpretar "de verdad" a Redford, de recuperar a Dafoe sin hacer de villano del montón, y de disfrutar con una de las mejores actrices vivas, la incomparable Helen Mirren, cuyos silencios y miradas dan verdadero peso a esta película absorbente, melancólica, astuta y dolorosamente humana.