¿El antepasado de Internet?
Para las mentes simples (como la mía, la tuya...) hasta hace apenas unos años la búsqueda y optención de información era algo lineal, no arborescente, tentacular, como ocurre desde que casi cualquier hijo de vecino (del primer mundo, claro) tiene acceso a Internet. Eso sí, desde siglos atrás ya hubo cerebros privilegiados que barruntaron el sueño de poder acceder a distintos bancos de datos, sin que la información tuviera que residir obligatoriamente en un solo punto (no sé si me explico, derrapo ya un poco a estas horas). El caso es que ya en el siglo XVI el ingeniero militar y humanista Agostino Ramelli dejaba atónitos a sus coetáneos describe en "Le Diverse et Artificiose Machine" (Paris, 1588), un bello libro sobre artefactos e invenciones de la época (muchas de las cuales jamás se llegarían a fabricar), una "rueda de libros" que, echándole un poco de imaginación, podríamos definir como el más lejano antepasado de la actual ciberjungla de la información.
Se trataba de una suerte de noria, en donde cada cangilón acogería un libro abierto. El usuario de dicho ingenio debería sentarse en una posición tangencial a la rueda, y ayudado por un sistema de palancas (me encanta la expresión "sistema de palancas"...) desplazaría la noria de modo que con rapidez se fueran poniendo frente a sus ojos los libros que de otra manera habrían estado aguardando el ser consultados dentro de un armario o en los estantes de una biblioteca.
Este fantástico escritorio giratorio de lectura, como lo bautizó Ramelli, cumplía el sueño de su creador de tener "sólo un libro, para acceder a todos los libros", es decir, un "libro de libros". Mi limitada imaginación me impide aventurar si el genial inventor estaba también acariciando ya la idea del hipertexto, si bien, adelantándonos hasta el el siglo XX, en 1945, hallamos un artefacto como el "Memex" de Vannevar Bush, diseñado a base de microtarjetas, motores eléctricos y pantallas, que partiendo de los primitivos resultados de Ramelli obtuvo, ya sí, puede considerarse el más reconocible pariente de la "red de redes".
No me preguntéis porqué hoy me ha dado por escribir esto. Ando muy raro yo últimamente...
Se trataba de una suerte de noria, en donde cada cangilón acogería un libro abierto. El usuario de dicho ingenio debería sentarse en una posición tangencial a la rueda, y ayudado por un sistema de palancas (me encanta la expresión "sistema de palancas"...) desplazaría la noria de modo que con rapidez se fueran poniendo frente a sus ojos los libros que de otra manera habrían estado aguardando el ser consultados dentro de un armario o en los estantes de una biblioteca.
Este fantástico escritorio giratorio de lectura, como lo bautizó Ramelli, cumplía el sueño de su creador de tener "sólo un libro, para acceder a todos los libros", es decir, un "libro de libros". Mi limitada imaginación me impide aventurar si el genial inventor estaba también acariciando ya la idea del hipertexto, si bien, adelantándonos hasta el el siglo XX, en 1945, hallamos un artefacto como el "Memex" de Vannevar Bush, diseñado a base de microtarjetas, motores eléctricos y pantallas, que partiendo de los primitivos resultados de Ramelli obtuvo, ya sí, puede considerarse el más reconocible pariente de la "red de redes".
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4 comentarios
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