El hundimiento de Blogia
Como pudisteis comprobar todos aquellos que durante los pasados tres días tratasteis de entrar, este "blog" estuvo inaccesible debido a un fallo gordo del servidor. Lejos de afectar sólamente a "Un toque de azufre", este hundimiento dejó incomunicadas a todas las (sopotocientosmil) páginas personales alojadas en Blogia. Tengo que reconocer que la imposibilidad de actualizar me provocó una extraña mezcla de alivio y ansiedad. El alivio resultó una suerte de sentimiento vacacional inesperado, como cuando de niño un ligera fiebre servía de excusa ante tus padres para quedarte en la cama sin ir al cole. La enfermedad podía ser real, sí, pero también era cierto que la cosa distaba mucho de merecer tanto cuento como para permanecer acurrucado en la cama leyendo durante todo el día. Esa misma sensación de descanso justificado, pero a la vez ligeramente culpable, fue la que me provocó el desplome de Blogia, lo cual significa claramente que durante los últimos días me había estado desgastando un poco con mis "posts"; actualizando por obligación (o inercia), es decir, el punto más bajo que puede alcanzar un bitacorero: ¡hacer de su diario un deber! ¡Puagh!
Acompañando ese alivio me asalto cierta ansiedad al pensar en aquellos lectores habituales de este caprichoso foco de barbarie mental que al tratar de entrar y darse en las narices con el mensaje de error, pensasen que había arrojado la toalla y, presa de un arrebato de los míos, enviado al guano el "blog", clausurado el enlace... kaput, theendmyfriendtheend. Tras dos días de inactividad llegué a pensar en el fallecimiento de Blogia, y que realmente "Un toque de azufre" había pasado ya al "más allá" de las bitácoras, hecho que acepté con más serenidad de la que hubiese creído de antemano (total, he perdido cosas más importantes...), si bien me quedaba el sabor agridulce de no haberme podido despedir en condiciones. Por educación, ya sabéis; adios, fue un placer, gracias a los que vinísteis de buena fé, y a los demás... pues que os devore un tumor (no he cambiado en estos días, como podéis ver).
Y cuando ya me había acostumbrado a la idea de la muerte de mi "blog", y a otra cosa baterflai, he aquí que vuelve esta mañana a funcionar. Lázaro´, márcate un baile, va... Y, en fin, me encuentro de pronto como el tenista que, tras una interrupción por lluvia, ya duchado en el vestuario, le comunican de pronto que su partido se reanuda y debe volver a la pista. Con los músculos laxos, la concentración en las Antípodas, el motor frío...
Y hoy encima es sábado, ese día familiar, pero, a la vez, desdichadamente anegado en trabajo. Bueno, majetes, se hará lo que se pueda... Vuelvo a empuñar la raqueta, me quito el traje de luto, introduzco la llave de contacto... burrún-burrún.
Acompañando ese alivio me asalto cierta ansiedad al pensar en aquellos lectores habituales de este caprichoso foco de barbarie mental que al tratar de entrar y darse en las narices con el mensaje de error, pensasen que había arrojado la toalla y, presa de un arrebato de los míos, enviado al guano el "blog", clausurado el enlace... kaput, theendmyfriendtheend. Tras dos días de inactividad llegué a pensar en el fallecimiento de Blogia, y que realmente "Un toque de azufre" había pasado ya al "más allá" de las bitácoras, hecho que acepté con más serenidad de la que hubiese creído de antemano (total, he perdido cosas más importantes...), si bien me quedaba el sabor agridulce de no haberme podido despedir en condiciones. Por educación, ya sabéis; adios, fue un placer, gracias a los que vinísteis de buena fé, y a los demás... pues que os devore un tumor (no he cambiado en estos días, como podéis ver).
Y cuando ya me había acostumbrado a la idea de la muerte de mi "blog", y a otra cosa baterflai, he aquí que vuelve esta mañana a funcionar. Lázaro´, márcate un baile, va... Y, en fin, me encuentro de pronto como el tenista que, tras una interrupción por lluvia, ya duchado en el vestuario, le comunican de pronto que su partido se reanuda y debe volver a la pista. Con los músculos laxos, la concentración en las Antípodas, el motor frío...
Y hoy encima es sábado, ese día familiar, pero, a la vez, desdichadamente anegado en trabajo. Bueno, majetes, se hará lo que se pueda... Vuelvo a empuñar la raqueta, me quito el traje de luto, introduzco la llave de contacto... burrún-burrún.
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miguel angel b. -