Efemérides alienígena
Acabo de enterarme de que hace apenas un par de días se cumplió el 66 aniversario de la mítica emisión radiofónica de "La Guerra de los Mundos" adaptada y dirigida por el por entonces joven genio Orson Welles.
La adaptación que hizo el futuro cineasta del original de H.G. Wells no fue una mera lectura del texto, sino que éste fue camuflado como si se tratase de un auténtico programa musical, interrumpido de vez en cuando por ráfagas de noticas en las que se informaba, primero, de la detección de unas extrañas explosiones en el planeta Marte, y, posteriormente, de avistamientos de objetos voladores no identificados en diversas ciudades norteamericanas. La habilidad con que el argumento de la novela estaba integrado dentro de los formatos radiofónicos reconocibles por los oyentes de la época contribuyó a que mucha gente, que no había escuchado el inicio del programa, donde el propio Welles advertía de que lo que seguía no era sino una dramatización, creyese que nuestra civilización afrontaba una invasión marciana en toda regla. Debido a ello, el programa produjo una ola de histeria en la ciudadanía estadounidense. Practicamente todo el país se paralizó, desde las grandes ciudades hasta las localidades más pequeñas se paralizaron. Sin separarse de sus radios, adultos y niños escuchaban como Welles les iba narrando los alarmantes avances de los invasores extraterrestres. Hubo quien se encerró en el sótano de la casa con pistolas. Otros se pusieron toallas mojadas en la cara para protegerse del supuesto gas venenoso que estaban expulsando los marcianos.
Al final de la dramatización, esto fue lo que los americanos, saliendo a duras penas de su perplejidad, escucharon:
"Aquí Orson Welles, damas y caballeros, fuera de personaje para asegurar a ustedes que "La Guerra de los Mundos" no tiene otro significado que el brindado por la festividad de Halloween. Esta fue la versión del Mercury Theatre de lo que, normalmente, se suele hacer envolviéndose en una sábana, saliendo de repente detrás de un arbusto y gritando ¡buh! Así pues, hemos hecho lo que hemos podido. Hemos aniquilado el mundo ante sus oídos y destruido totalmente el Columbia Broadcasting System. Espero que se sientan aliviados al saber que lo hicimos sin mala intención y que esta institución se encuentra en perfecto estado. Adiós a todos y recuerden, por favor, por lo menos hasta mañana, la terrible lección que han aprendido esta noche. El invasor gesticulante, ardiente y globular de su sala de estar, era un habitante de la calabaza con remiendos, y si el timbre de su puerta suena y no hay nadie al abrir, no ha sido ningún marciano... es Noche de Brujas".
Al día siguiente, ni el propio H. G. Wells, que aún vivía, daba crédito del gran disparate provocado a partir de su libro. No cabe duda de que aquel fue un momento decisivo a la hora de dimensionar el extraordinario poder que la radio, y en general los modernos medios de comunicación, comenzaban a tener a la hora de movilizar a las masas. Por supuesto, se produjo una avalancha de indignación generalizada, si bien el ya bastante endiosado Welles capeó con habilidad el escándalo, aduciendo que dicho "susto a gran escala" era su particular regalo de Halloween al pueblo estadounidense, además de esgrimir pruebas irrefutables demostrando que al comienzo del programa había avisado de que todo no era más que una ficción.
Podéis escuchar la emisión íntegra (en inglés, claro) del legendario programa pinchando aquí.
La adaptación que hizo el futuro cineasta del original de H.G. Wells no fue una mera lectura del texto, sino que éste fue camuflado como si se tratase de un auténtico programa musical, interrumpido de vez en cuando por ráfagas de noticas en las que se informaba, primero, de la detección de unas extrañas explosiones en el planeta Marte, y, posteriormente, de avistamientos de objetos voladores no identificados en diversas ciudades norteamericanas. La habilidad con que el argumento de la novela estaba integrado dentro de los formatos radiofónicos reconocibles por los oyentes de la época contribuyó a que mucha gente, que no había escuchado el inicio del programa, donde el propio Welles advertía de que lo que seguía no era sino una dramatización, creyese que nuestra civilización afrontaba una invasión marciana en toda regla. Debido a ello, el programa produjo una ola de histeria en la ciudadanía estadounidense. Practicamente todo el país se paralizó, desde las grandes ciudades hasta las localidades más pequeñas se paralizaron. Sin separarse de sus radios, adultos y niños escuchaban como Welles les iba narrando los alarmantes avances de los invasores extraterrestres. Hubo quien se encerró en el sótano de la casa con pistolas. Otros se pusieron toallas mojadas en la cara para protegerse del supuesto gas venenoso que estaban expulsando los marcianos.
Al final de la dramatización, esto fue lo que los americanos, saliendo a duras penas de su perplejidad, escucharon:
"Aquí Orson Welles, damas y caballeros, fuera de personaje para asegurar a ustedes que "La Guerra de los Mundos" no tiene otro significado que el brindado por la festividad de Halloween. Esta fue la versión del Mercury Theatre de lo que, normalmente, se suele hacer envolviéndose en una sábana, saliendo de repente detrás de un arbusto y gritando ¡buh! Así pues, hemos hecho lo que hemos podido. Hemos aniquilado el mundo ante sus oídos y destruido totalmente el Columbia Broadcasting System. Espero que se sientan aliviados al saber que lo hicimos sin mala intención y que esta institución se encuentra en perfecto estado. Adiós a todos y recuerden, por favor, por lo menos hasta mañana, la terrible lección que han aprendido esta noche. El invasor gesticulante, ardiente y globular de su sala de estar, era un habitante de la calabaza con remiendos, y si el timbre de su puerta suena y no hay nadie al abrir, no ha sido ningún marciano... es Noche de Brujas".
Al día siguiente, ni el propio H. G. Wells, que aún vivía, daba crédito del gran disparate provocado a partir de su libro. No cabe duda de que aquel fue un momento decisivo a la hora de dimensionar el extraordinario poder que la radio, y en general los modernos medios de comunicación, comenzaban a tener a la hora de movilizar a las masas. Por supuesto, se produjo una avalancha de indignación generalizada, si bien el ya bastante endiosado Welles capeó con habilidad el escándalo, aduciendo que dicho "susto a gran escala" era su particular regalo de Halloween al pueblo estadounidense, además de esgrimir pruebas irrefutables demostrando que al comienzo del programa había avisado de que todo no era más que una ficción.
Podéis escuchar la emisión íntegra (en inglés, claro) del legendario programa pinchando aquí.
3 comentarios
Martin Pawley -
Trashi -
Mauro -