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Grandes nombres, películas no tanto

Grandes nombres, películas no tanto Tres de las películas que me he zampado ya en el festival de San Sebastián demuestran eso de "cría fama y échate a dormir". Se trata de "Vera Drake" de Mike Leigh, "Melinda & Melinda" de Woody Allen y "Notre Musique" de Jean Luc Godard. En los tres casos se respira, desde ya antes de verlas, la desagradable intuición de que la mayoría de los espectadores y críticos tienen decidida su opinión, de que saben lo que van a pensar de ellas, y si les van a gustar o no. El motivo radica en la pereza mental de la mayoría y la tendencia de muchos a convertirse en dócil ganado cinéfilo, intimidados ante el peso o bien de la sacrosanta opinión de ciertos popes o de ciertas supuestas verdades incontestables refrendadas por todas las enciclopedias de cine de "clase A". Da reparo, en definitiva, no sumarse a las opiniones "oficiales"; es lo más seguro, al fin y al cabo, si no cuentas con materia prima conceptual para crear la tuya propia.

Mi opinión respecto a estos tres (sobrevalorados de un tiempo a esta parte) iconos del festivaleo europeo es que se les empieza a ver el cartón demasiado, y que tarde o temprado se comenzarán a elevar más y más voces cuestionándose lo que ahora mismo sus críticos afines ni se plantean: que tal vez sus limitaciones (o falta de motivación para currar) sean más responsables del resultado de sus más recientes films que esos famosos "toques personales" invocados al hablar de ciertos autores. En “Vera Drake” volvemos a comprobar que Mike Leigh hace el mejor teatro fílmado del momento. Cuenta con actores de un nivel estratosférico y saca de ellos interpretaciones descomunales; vale, hasta ahí, todo perfecto. Lástima que al mismo tiempo demuestre una incapacidad casi absoluta para la creación de espacios escénicos verdaderamente cinematográficos, es decir, no limitados a la frontalidad, al posicionado a ojo de proscenio teatral. Leigh compone y ensambla viñetas admirablemente representadas, pero en las cuales su papel como supuesto creador audiovisual queda a un nivel tan pedestre que uno está tentado a imaginar si "Vera Drake" no sería una experiencia fílmica mucho más grata si, limitándose a trabajar con los actores y el texto, el británico pudiese contar con un "apoyo" en el apartado de la "escritura con la cámara", un co-director centrado en esa expresión a través del encuadre para la que, es obvio, se encuentra tan poco dotado. Es triste ver a los actores tan esclavizados por sus marcas, tan limitados en sus movimientos por culpa de esa cámara casi siempre mal colocada, autista en su inmovilidad, así como por ese montaje del todo ajeno al recurso del inserto, tan necesario a veces para dotar de auténtica vida a las escenas. Uno sufre por interpretes secuandarios obligados a menudo a quedar reflejados en el film como meras nucas, hombros o espaldas... simples sombras llena espacio, merced a una planificación pedestre a base de planos "master". Una cosa es el aplomo propio del cineasta que sabe aguantar un plano, hasta convertirlo en un hermoso pedazo de tiempo cinematográfico cargado de intensidad, y otra lo que consigue Mike Leigh: la rigidez audiovisual, la inexpresividad de la puesta en escena... el suspenso en gramática fílmica.

De Allen se podría decir tres cuartos de lo mismo, si bien yo me decantaría en su caso, más que por una carencia (que a lo mejor, también), por la pura pereza, y la desgana "a priori" hacia una mínima trabajo de creación de imágenes. "Melinda & Melinda" es otra simpática nadería de esas que últimamente viene arrojando a sus incondicionales, quizá un poco mejor filmada que las anteriores, tal vez también algo menos graciosa y, a la vez, más meditada en cuanto al puro contenido, pero, en cualquier caso bajo mínimos audiovisuales. Una obra en la que se palpa la desgana, el desinterés por realizar verdadero cine, por prestar cierta atención a ningún aspecto más allá de lo meramente verbal. A sus incondicionales supongo que les dará igual volver a asistir a esa sucesión de planos compuestos con ojo esclerótico y pegados con pulso parkinsoniano; pero a mí me da mucha angustia tener que centrarme en la historia que se me está contando si para ello tengo que verme inmerso en un paisaje de imágenes tan, tan, tan, tan... feas. Woody haz literatura, plis.

En cuanto a "lo de" Godard... ya hablamos mañana. Si acaso.

A ver si como algo. ¡Salud!

10 comentarios

Javier Rodríguez -

Sin mezclar gustos, de los directores que apuntas unos me gustan más que otros, creo que aún así el uso de más o menos recursos a la hora de hacer una película no la hacen ni mejor ni peor, ni más ni menos sobrevalorada, ¿no?
Es como si una canción de los Ramones fuera peor que una de Radiohead por que se queda en la "pereza" de tres acordes mayores respecto a la complejidad de los segundos.

bannister -

No,no...si te gusta Rohmer oletusguevosvaliente... Simplemente aconsejo ver "Triple Agente" sin echar de menos a Morfeo... Son dos horas y cuarto de puestaenescenaelgantisísima...
Una cosa es que "a los jóvenes les gusta todo picadito." (el coppola de Albacete dixit) y otras cosas son otras cosas...
Entre Rohmer y Michael Bay hay otros mundos...pero están en este.
Viva el ultraismo!!!!!!

CellarDoor -

Me gustaría leerte desmenuzando a esa vaca sagrada que es Godard, tan críptico y elitista él.
Pero a Rohmer ni me lo toqueis!.

SrLansky -

Dissentor, estoy bastante de acuerdo en lo que dices, aunque yo cambiaría "París Tombuctú" por "Todos a la carcel", película que tampoco gusta dentro de la "opinión oficial" y que muestra al mejor Berlanga posible.

Dissentor -

Dicho de otra manera: la Forma es Debilidad!

Dissentor -

Por el contrario, creo que a un Autor se le ve mejor la esencia (y la sinceridad) precisamente en sus peores películas. O en las películas hechas desde ese estado mental tan estimulante que es el MEIMPORTAUNBLEDO. Piensen en este posible ciclo: "8 1/2 Women" de Peter Greenaway, "París Tombuctú" de Berlanga, "La voce della luna" de Federico Fellini, "Todo lo demás" de Woody Allen...

Spaulding -

Woody Allen hace ya demasiado tiempo que está renqueando. En Todo lo Demás lo dejó bien claro. Las ideas ya se le han esfumado totalmente.

Trashi -

Que gracia la frase de Allen... Él que rueda mediante teatritos, apelotonando como puede a los actores dentro del plano, cuando hay más de dos o tres personajes. El concepto "puesta en escena" no existe en sus últimas pelis. Pero, claro, para eso hay que currarse una planificación, rodar recursos, insertos, cambiar de ejes, etc. Más esfuerzo, en definitiva.

Valentín Vañó -

Allen comentaba en una entrevista que había hecho algunas de sus películas "serias" para liberarse como cineasta, puesto que la comedia es muy restrictiva: el actor dice algo gracioso y tiene que vérsele la cara.

Yo me quede con eso y un día, viendo "Crueldad intolerable" de los Coen, tuve la epifanía: Allen es un director visualmente limitado, por muy bien que se justifique. Sin duda los Coen siempre han estado muy interesados por la parte técnica de su oficio. Y en sus comedias sí nos encontramos con un envoltorio audiovisual muy rico y con que además ¡se ve a los actores!

bannister -

Buenas. Entonces,damas y caballeros, esperen a ver la de Rohmer...eso si que es "sencillez y sublimidad" en la puesta en escena...No vayan faltos de sueño...